ENTREVISTA PUBLICADA EN EL PERIÓDICO NOTICIAS DIOCESANAS (NODI)
1. Se cumple el primer año de su llegada a nuestra Diócesis ¿qué recuerdos y sensaciones le vienen a la cabeza?
En este primer aniversario me invaden los recuerdos de aquella inolvidable celebración eclesial que vivimos el 12 de febrero en Orihuela. Recuerdo haberle dicho al Señor en el momento de montar en la mula Bartola: “Concédeme vivir y disfrutar de este momento, olvidándome de mis agobios y de mí mismo”. ¡Y me lo concedió! ¡Permanecerá siempre como un día inolvidable en mi recuerdo!
2. En su primera entrevista con este periódico, antes de tomar posesión, nos contaba que muchos le decían que “iba a disfrutar mucho aquí” ¿ha sido así?
Sí, ciertamente, esas expectativas se han visto cumplidas… En muchas de mis visitas, entrevistas y encuentros diocesanos, he comprobado que existe hambre y sed de Dios, un deseo sincero de ser pastoreados, al mismo tiempo que una conciencia de corresponsabilidad para llevar adelante la tarea de la evangelización. ¡Con esos ingredientes, un obispo disfruta!
3. También nos decía que le pedía a Dios sobre todo “vocaciones y conversiones” ¿Sigue haciéndolo?
Sí, pero en estos últimos meses he añadido una tercera petición: “vocaciones, conversiones y la comunión en el seno de la Iglesia”. Por poner un ejemplo, lo acontecido en el sínodo alemán presagia tiempos difíciles para la comunión interna en el seno de la Iglesia, motivo por el cual he añadido esa tercera petición. ¡Debemos orar por la unión de la Iglesia, al tiempo que cuidamos la necesaria fidelidad en la transmisión de la fe!
4. Tras estos doce meses ¿se atreve a hacer un primer balance?
Pienso que hemos conseguido un primer objetivo importante, que es el de reactivarnos tras el parón producido por la pandemia en la pastoral de la Iglesia. Es verdad que en algunas de las convocatorias eclesiales no hemos alcanzado todavía las cotas anteriores a la pandemia, pero, por lo menos, creo que hemos conseguido calentar los motores, para reemprender sin titubeos nuestra vocación evangelizadora.
5. ¿Cuáles han sido las principales novedades que usted ha impulsado desde su llegada a nuestra Diócesis?
Lo primero que quiero subrayar es que tengo la impresión de haber llegado a una Diócesis que no necesitaba un cambio de rumbo, ya que ha estado bien orientada. Yo no he hecho otra cosa que renovar la llamada a la nueva evangelización que hizo San Juan Pablo II, con un renovado ardor, un nuevo lenguaje, y una revisión en los métodos. Creo que mi aportación se ha centrado en sumar y no en restar. La continuidad en el equipo de gobierno ha sido complementada con la creación de una Vicaría de Evangelización, que es la que lleva la tarea de nuestra renovación en clave de nueva evangelización.
6. Sabemos en efecto que ha sido un año muy intenso para usted con una agenda abierta a todo el mundo ¿le ha dado tiempo a conocer todas las realidades de Orihuela-Alicante?
No creo haber vivido en mis 61 años de vida un tiempo tan intenso como el de estos doce primeros meses. Aún así, hay todavía muchas realidades diocesanas que no he llegado a conocer. ¡Somos una Diócesis muy grande! Ahora creo que ha llegado el momento de ordenar la presencia del obispo por territorios por medio de las llamadas “visitas pastorales”. En los próximos meses haremos un discernimiento sobre cómo organizarlas.
7. En muchas ocasiones precisamente ha hablado usted de cómo le ha sorprendido cómo se viven todavía en estas tierras las tradiciones y fiestas populares ¿es la piedad popular relevante en la Iglesia de hoy?
Nos disponemos a hacer una encuesta entre los dirigentes de las cofradías y hermandades –tanto de pasión como de gloria— para preguntarles qué es lo que piden a la Iglesia diocesana, qué es lo que echan de menos en las parroquias y en el obispado, y qué debiéramos hacer para que puedan integrarse de manera más eficaz en la vida diocesana… Será un primer paso, que esperemos que nos abra las puertas para que la piedad popular sea todavía más relevante de lo que ya es.
8. Es usted un obispo implicado y con grandes inquietudes como lo demuestra a diario también en sus redes sociales y programa de radio ¿ve necesaria una mayor presencia pública del cristiano en todos los ámbitos de la vida social? ¿Es una asignatura pendiente?
Nuestro querido Papa Francisco suele afirmar de forma reiterada que no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época. La crisis social, cultural, política, familiar, antropológica, educativa… en la que estamos inmersos, es de unas dimensiones colosales.
Somos conscientes de que necesitamos de nuevos caminos para hacer llegar nuestro mensaje, máxime cuando los grandes medios de comunicación ignoran la vida de la Iglesia, cuando no es que la desprecian abiertamente. La tentación en una situación hostil de este tipo, es la de encerrarnos en nuestra burbuja. Pero esto sería un grave error. Tenemos que ser una Iglesia en salida, como repite el Papa. La llegada de las nuevas tecnologías de la comunicación es una gran oportunidad, que debemos de aprovechar para hacernos presentes en la vida pública.
9. Y tras este primer año en el que habrá podido vislumbrar los puntos fuertes, pero también las deficiencias de nuestra iglesia local, ¿qué retos nos plantea a sus diocesanos? ¿Cómo sueña a su diócesis para los próximos años?
El reto más inmediato es la perseverancia… No en vano, el Señor nos dijo: «Velad y orad, para no caer en tentación, porque el espíritu es fuerte pero la carne es débil». A lo anterior se añade la importancia de testimoniar el amor hacia los más débiles, para que podamos ser fidedignos. Tertuliano, a caballo entre el siglo II y III, refería la siguiente reflexión, como el argumento más convincente para lograr conversión de los paganos: «Mirad cómo se aman! Mirad cómo están dispuestos a morir el uno por el otro».
Y, por último, estamos llamados a vivir sin instalarnos, en estado permanente de conversión, tanto personal como pastoral, manteniendo una necesaria capacidad crítica ante la crisis contemporánea. Así lo dice San Pablo: «Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto» (Rm 12, 2).