Se ha dicho que el Seminario es “el corazón de la Diócesis” y, por ello, lo que en él ocurra nos afecta a todos, de alguna manera. De una u otra forma, los católicos estamos implicados en la tarea de promover e impulsar las vocaciones sacerdotales, bien sea con nuestra oración, sacrificios, aportación económica, diversas colaboraciones… Al obispo se le encomienda de una forma muy especial la tarea del cuidado de la pastoral vocacional, así como la responsabilidad de velar para que los candidatos al sacerdocio reciban la formación adecuada. ¡Pocas tareas habrá que le sean más propias y más urgentes que la preocupación por la sucesión en el ministerio sacerdotal! Por eso, en esta ocasión os escribo para comentaros la situación actual de nuestro Seminario Mayor y las medidas que se tomarán a partir del próximo curso. Se trata de poder asegurar a nuestros seminaristas una mejor formación.
Como bien conocéis todos, la situación actual de nuestro Seminario Mayor es preocupante por el número de alumnos. Por una parte, tenemos cuatro seminaristas en el Curso de Pastoral, que ya han terminado sus estudios de Teología y viven fuera del Seminario. Por otro lado, hay solamente cinco seminaristas realizando los seis años de Estudios Eclesiásticos. Está claro que, este número escaso de alumnos es un grave obstáculo a la hora de ofrecer a los seminaristas el necesario enriquecimiento humano y académico en su formación.
Es mi deseo encontrar un remedio que afronte esta situación y que garantice a nuestros alumnos del Seminario una formación más enriquecedora a todos los niveles. Por ello, después de haber hecho un seguimiento lo más cercano posible de nuestros seminaristas, he tomado la decisión de que a partir del próximo curso, nuestro Seminario Diocesano tenga dos sedes: de lunes a viernes se trasladará a Madrid, donde se realizarán los Estudios Eclesiásticos en la Facultad de Teología de San Dámaso. Los fines de semana, sin embargo, el Seminario estará ubicado en Palencia, continuando en la sede actual.
El motivo de trasladar a la Facultad de San Dámaso de Madrid los estudios de Teología de nuestros candidatos al sacerdocio, no es otro que el de ofrecerles un ambiente de mayor enriquecimiento humano y espiritual, ya que se trata del centro teológico más floreciente de España. Es un hecho incuestionable que la formación académica no se recibe exclusivamente del contenido teórico encerrado en unos libros de texto, sino que también son determinantes los modelos de referencia y las relaciones humanas que se establecen en el entorno académico.
Ahora bien, al mismo tiempo, también es importante que nuestros seminaristas no se “disuelvan” en una gran capital como Madrid. Su integración e inserción en la realidad palentina debe ser cuidada con esmero. Por ello, nuestros seminaristas, en Madrid, harán vida en comunidad en un piso de nuestra Diócesis cercano a la Facultad de Teología, conformando la misma comunidad actual, sin diluirse como Seminario Diocesano. Añádase a esto que los fines de semana se trasladarán a Palencia, para insertarse en las tareas pastorales de nuestras parroquias e instituciones.
En definitiva, con esta decisión se ha querido conjugar dos dimensiones: por una parte, ofreceremos a nuestros candidatos al sacerdocio una perspectiva más enriquecedora y más universal en su formación, pero por otra parte, deseamos hacerlo sin que los seminaristas pierdan el necesario entroncamiento con nuestra Diócesis.
Esta decisión que tomamos ahora en Palencia, ya había sido puesta en práctica anteriormente por la casi totalidad de las diócesis de Castilla León que carecen de Facultad Teológica. Partiendo de la situación en la que actualmente nos encontramos, he creído que era el momento de llevar a cabo esta solución. El futuro de nuestro Seminario es preocupante y no podemos permanecer de brazos cruzados. Hemos de arriesgar para conseguir la mejor formación posible de nuestros futuros sacerdotes y también para buscar nuevas vocaciones sacerdotales palentinas.
Se trata de una medida temporal, que iremos evaluando a tenor del resultado alcanzado y de la evolución del número de las vocaciones. Yo confío en que la apertura de nuevos horizontes en el campo formativo de los seminaristas palentinos, sea un instrumento del que el Señor pueda servirse para multiplicar la llamada vocacional y para fortalecer su formación.
Me apoyo en vosotros, queridos diocesanos, en vuestra oración y en vuestros ofrecimientos. No debemos olvidar en ningún momento la invitación insistente que Jesucristo nos hace en el Evangelio: “La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 37). Os confío esta intención, por la que estoy seguro de que rezaréis con ilusión.
¡Santa María y San José, que cuidasteis de aquel primer seminario de Nazaret, rogad por nosotros! Con afecto, os bendice y encomienda vuestro obispo +José Ignacio